Durante muchos años el miedo, esa emoción tan valiosa y tan duramente juzgada a la vez, fue quien guió mis pasos, sustentando mis decisiones y marcando mis comportamientos.
Aunque obviamente yo no fui consciente de ello, durante mucho tiempo.
Soy la tercera de tres hermanos. Llegué al mundo cuando mis hermanos mayores ya se estaban yendo del hogar paterno, nos separaban veinte años y muchas vivencias difíciles que les llevaron a buscar horizontes lejanos. Nací en el seno de una familia bastante disfuncional, con padres que les costaba asumirse como adultos referentes ya que sus propios niños interiores heridos les demandaban atención, reteniéndolos en ese estadio.
Desde que tengo memoria asumí que mi papel dentro de aquella estructura familiar era sostener a los adultos y sus historias, sin percatarme que quizás era una carga demasiado pesada para mis pequeños hombros.
El miedo fue mi compañero de vida por muchos años, un miedo que me recordaba la frustración de querer sostener el mundo adulto y sus responsabilidades y que me sumía en el sufrimiento y la decepción de no poder hacerlo… un miedo paralizante.
Sin embargo, la vida siempre puede más. La naturaleza externa así como la naturaleza interna en cada uno de nosotros es movimiento y evolución. Los seres humanos naturalmente buscamos caminos de sanación.
Un manantial de oportunidades se nos presenta por doquier, si estamos dispuestos a verlo. Mensajes mágicos ✨que nos invitan a sumergirnos en nuestras experiencias pasadas para comprender y sanar.
Hoy, tras muchos años transitados, he aprendido a danzar con mis miedos. Cuando siento que algo o alguien me desafía, cuando me siento intimidada y pequeñita, cuando mi niña interior vuelve a hacerse presente buscando un abrazo contenedor, sé que tengo que volver mi mirada hacia adentro, presenciar desde el amor ese estado e invitar a mi miedo a bailar juntos. Al igual que en la naturaleza el movimiento es sanador, es quien sacude aquello que debe caer para dar paso a lo nuevo??
¿Y vos cómo gestionas tus miedos? ¿Les das espacio para manifestarse? ¿Te resulta difícil gestionarlos?